Hoy nos vamos a centrar en conocer algunas de las principales diferencias entre discos duros HDD y discos SSD, dos formatos con características muy distintas que los definen y que sin duda harán que nos decantemos por una u otra opción atendiendo a nuestras necesidades.
Los discos duros rígidos HDD
Comenzamos con los discos duros tradicionales conocidos como HDD, los cuales son los que hemos estado utilizando desde hace muchos años y que todavía hoy en día siguen siendo los más habituales en nuestros ordenadores.
Estos discos tienen un funcionamiento mecánico y almacenan los datos en un disco magnético, el cual puede variar su grosor. Constan de dos partes principales que son la parte mecánica y la parte electrónica.
En cuanto a capacidades podemos encontrar distintas opciones hasta los 5 TB, y una de las características por las que la mayor parte de usuarios optan por este sistema de almacenamiento es el hecho de que cuentan con un precio muy asequible, especialmente si los comparamos con los discos duros SSD.
No obstante, cuentan con una vida útil bastante limitada, pero en el caso de que se averíen, ya sea por daños mecánicos o electrónicos, todavía existe la posibilidad de recuperar parte o toda la información almacenada, y para que sepáis cómo hacerlo, os hemos preparado un artículo denominado Cómo recuperar datos de un disco duro estropeado al que os animamos que echéis un vistazo, ya que os puede salvar de más de un apuro.
Los discos duros SSD
Sin embargo, desde hace poco tiempo también tenemos la opción de utilizar discos duros SSD, los cuales nos ofrecen algunas ventajas muy interesantes con respecto a los discos duros rígidos.
En primer lugar se trata de discos sin mecánica alguna, lo que se traduce en un funcionamiento mucho más silencioso a la vez que se calientan considerablemente menos que los HDD. Además, también nos ofrecen una mayor garantía de durabilidad, ya que al no disponer de elementos mecánicos, el desgaste que se produce durante el uso es mucho menor. En este sentido también resiste mucho mejor los golpes que puedan recibir.
También nos ayudan a ahorrar en el consumo del PC, ya que para funcionar precisan de una menor cantidad de electricidad, y por supuesto, una de las principales razones por las que muchos usuarios están optando por el cambio se debe a que funcionan con una velocidad muy superior en comparación con los discos HDD.
También se caracterizan por ocupar un espacio mucho menor, pero a su vez presenta algunos inconvenientes destacables. Por ejemplo, su precio en el mercado es bastante superior al de los discos HDD, llegando a costar hasta 20 veces más.
No obstante, si tenemos en cuenta su mayor velocidad y aspectos más ventajosos frente a los tradicionales, adquirir un disco duro SSD para instalar como principal y guardar ahí todo lo referente al sistema operativo y programas de uso habitual, puede darnos muchísimas más alegrías de las que esperamos. Además, con entre 50 y 100 GB generalmente tendremos suficiente, salvo si instalamos programas o juegos muy pesados.
En cuanto a volumen de almacenamiento, podemos encontrar opciones muy diversas, pero generalmente se trata de cantidades que oscilan entre los 30, 40, 60, 64, 120, 128, 240, 250, 256, 480, 500 y 512 GB, aunque podemos dar el salto y pasar a 1 TB para disponer de espacio de sobra.