Un nuevo programa de Inteligencia Artificial podría ser capaz de escanearnos por medio de señales de radio para detectar nuestro estado de ánimo, lo que se convertiría en un avance tecnológico tan revolucionario que aún no se sabe hasta que punto puede ser positivo o no.
Un equipo científico de la Universidad Queen Mary de Londres está desarrollando una nueva red neuronal que, a través de ondas de radio o Wifi capaces de medir variables en la frecuencia cardiaca o en el ritmo respiratorio, presume de poder interpretar de manera automática unas determinadas emociones humanas que le podrían indicar con cierta precisión el estado de ánimo de un individuo.
Según el estudio publicado hace tan solo unos días en la revista PLOS ONE, la investigación se ha llevado a cabo por medio de un experimento en el que se procedía a la proyección de un video a visualizar por parte de un número determinado de participantes. El contenido de las imágenes destacaba por su capacidad para evocar distintos tipos de emociones como el placer, la alegría, la tristeza o la ira.
El secreto en las señales invisibles
Durante la proyección, los autores del estudio dirigieron hacia los participantes en el experimento distintas ondas y señales de radio inocuas como las utilizadas por los transmisores inalámbricos en los radares o las redes Wifi. Tras el rebote de las señales se pudieron analizar las variaciones causadas por los ligeros movimientos corporales, logrando de este modo acceder a una valiosa información obtenida a partir de una respuesta en la frecuencia respiratoria y cardiaca de los voluntarios. Algo que hasta ese momento aparecía oculto.
Anteriormente ya se habían utilizado otros métodos para interpretar emociones que se basaban únicamente en el reconocimiento facial, aunque sus resultados tenían una fiabilidad en el acierto no superior al 40%. Este nuevo procedimiento que apuesta por una red neuronal capaz de aprender por sí misma a interpretar las emociones en base a unas constantes cardiorrespiratorias puede acertar en su diagnóstico con una precisión del 71%. Si bien no es una respuesta perfecta a lo que se pretende, sí que puede ser lo suficientemente relevante para obtener de ella alguna utilidad.
Utilidades en un futuro
Tal y como refiere el profesor Yang Hao, autor principal del proyecto, este avance se podría desarrollar en campos como la atención médica, el bienestar anímico o en esa pretendida interacción entre lo robótico y lo humano. Al margen del abanico de posibilidades que esta tecnología abre al uso de la IA como base para las nuevas startups, así como de cara a la creación de distintas aplicaciones prácticas de toda índole que podrían ir desde el mundo empresarial hasta el territorio de los videojuegos o cualquier otro tipo de ocio.
También se podría identificar mucho mejor a través del reconocimiento facial quien va a pagar un crédito y quien no, sonará absurdo, pero las aplicaciones son infinitas.
Hace apenas unos meses se pudo comprobar cómo la IA RebeL era capaz de arrasar con un profesional de póker por medio de un complejo cálculo de probabilidades y una nueva técnica de auto aprendizaje. De este modo se imponía de forma rotunda en un juego de información incompleta que ha sido uno de los mayores retos de la Inteligencia Artificial en las últimas dos décadas.
¿Dónde están los límites?
Eso sí, con una tecnología como esta, aún no está del todo claro hasta qué punto puede ser de ayuda o por el contrario significar una amenaza para nuestro bienestar. Somos conscientes de que en la actualidad nuestra interacción en las redes sociales y otras actividades que llevamos a cabo dejan tras de sí un rastro que, a veces a nuestro pesar, permite predecir nuestros gustos, hábitos o modos de conducta. Siendo así, ¿estamos dispuestos a dar también acceso a nuestras emociones?
Según el propio Yang Hao, entre sus planes está el de trabajar en un futuro junto a profesionales de la salud y expertos en el ámbito social para discutir sobre las implicaciones éticas y la aceptación que puede tener esta tecnología.