Anualmente en España y en muchos otros países pertenecientes a la Unión Europea se dan dos alteraciones en el cambio de hora, en el verano y en el invierno. En este último, al horario normal se le “resta una hora”, haciendo que anochezca más temprano y que haya más luz por la mañana.
Esto es algo que se ha venido implementando desde alrededor de los años 70, cuando la crisis del petróleo incrementó la necesidad de ahorrar energía. Sin embargo, con el paso de los años ha entrado en debate el hecho de que se siga teniendo en cuenta este cambio y en qué puede beneficiar.
¿Qué sucede en el cuerpo tras el cambio de hora?
Principalmente, es importante resaltar que todas las alteraciones que se suscitan en el cuerpo por acción de este tipo de cambios tienden a ser leves. Asimismo, tienden a ser alteraciones transitorias. Es decir, al cabo de 72 horas posteriores debería haber vuelto todo a la normalidad. Son cambios completamente pasajeros.
Claro está, esto siempre dependerá y variará según la persona, puesto que en algunos casos el efecto posterior al cambio puede durar hasta semanas. El principal síntoma, y el que llama más la atención, es que se comienza a percibir una sensación de cansancio extremo que antes no se sentía.
Así pues, conciliar el sueño con la misma facilidad de antes a veces se hace algo realmente imposible, por tanto tiende a haber insomnio en algunas personas. A consecuencia de esto, al día siguiente se manifiesta un estado de somnolencia y adormecimiento que hace que la persona se note muy cansada.
De igual forma, es común que aparezcan episodios de cefaleas tras el cambio de hora, así como también alteraciones del sistema digestivo propiamente dicho y de otros sistemas. Se puede presentar una falta enorme de apetito, o ataques de hambre exagerados a horas a las que no es habitual comer.
Gracias a todo esto, la persona se nota apática y un poco irritable, en consecuencia de la falta de descanso por las noches y el sueño. Asimismo, alteraciones en la capacidad de atención y concentración, aunado al estrés, son otros de los síntomas que pueden presentarse después de estos episodios.
Métodos para adaptarse al cambio de hora
Mientras más saludable sea el estilo de vida que lleve la persona, mejor sabrá sobrellevar la situación con los cambios horarios en el año. Es fundamental establecer rutinas para dormir, que se cumplan siempre al pie de la letra, fijar horarios y, sobre todo, respetarlos y cumplirlos.
Así como se le da importancia al sueño, la alimentación es un factor clave en todo este proceso, sobre todo si son niños los más afectados. Deberás modificar las horas y adaptar el horario de la comida a este nuevo cambio de hora que se está presentando en el momento.
Nunca, bajo ningún concepto, te automediques con medicamentos tranquilizantes o para dormir. Recuerda que se trata de una situación pasajera por muy mal que te veas. Por otro lado, deberás evitar todas aquellas sustancias que puedan ser excitantes del sistema nervioso, como las drogas, el alcohol o la mezcla de ellas.
Es importante que cuides tu hidratación, ya que con esto puedes evitar que te den dolores de cabeza o sensaciones extrañas que alteraran tus sentidos. Asimismo, es crucial que tomes el sol diariamente, aunque te encuentres en una zona donde no haya mucho sol en invierno, aprovecha los tenues rayos.
Procura hacer ejercicio diario. No lo descuides, ni los realices a última hora, ya que te ayudará en gran medida. De igual forma, cuida tu alimentación evitando las comidas copiosas muy tarde en la noche para evitar la indigestión.